sábado, 5 de marzo de 2022

Universos Extraños

 Se llamaba Picasso, como el pintor, y como el tenía la facultad de pintar, o tendría Picasso como él, ya que este Picasso había nacido mucho antes en algún lugar sin nombre. Tejía y tejía cielos, días y noches y descansaba al séptimo día. Ese era su trabajo en la ciudadela sin nombre, conocida en todos los Universos Extraños. En aquel lugar tejer era igual que pintar, ya que con una especie de rodillo puntiagudo y gota a gota de estrellas, así se tejía un cielo, del color que la ciudadela elegía cada siete días en el Parlamento de la pequeña República. 

Lucía el cielo de un tono algo oscuro, y en el no había soles, ni nubes, solo un color luminoso, con formas dibujadas entre el color que nadie sabría definir, por como se entremezclaba todo a la perfección. Ese azul marino nacarado de hoy les costaría siete días, es decir que las siete noches pasarían, las noches de Carnaval, pensó con alegría Picasso y se durmió sobre una de las formas que se dibujaban en la bóveda celeste de la esfera que Ania tenía sobre la mesita de noche.

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