jueves, 17 de marzo de 2022

La tienda de muñecos

Eran muñecos éstos de nuestra misteriosa tienda hermosos y bellos como pequeños y mágicos niños y niñas. Tenían ojos grandes y redondeados, pero no excesivamente. La piel era rosada y algo rojiza en la mejillas y las expresiones tan bonitas que nadie podía evitar mirarlas . Pero estos muñecos no estaban a la venta.

Era la tienda propiedad de un hombre que las hacía y las guardaba, decidido a empezar a venderlas cuando acabase  la pequeña colección que tenía en mente. Algunos muñecos vestían jerséis de rayas, predominaban lana y gorros en su vestimentas y pantalones de invierno o entretiempo; algunos portaban fresas en las manos o algún cervatillo abrazado en sus mullidos cuerpos. 

Nadie sabía, porque no se lo habían preguntado, como hacía tan bellos juguetes y el trabajador de la librería y tienda de muñecos, dueño y señor guardaba su secreto. Pronto los muñecos empezaron a venderse por todo París. En cada casa había un muñeco, niño o niña, y eran la delicia de los niños y papás y abuelos, ya que eran tan lindos como un sol. 

El misterio de los muñecos de Portais, como se llamaba la librería y tienda de muñecos, parece hoy una leyenda, pero el juguetero y librero se adelantó a su tiempo creando muñecos distintos y especiales, tan reales y hermosos que esta historia pudiera estar sucediendo hoy en cualquier lugar del mundo.




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